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Historia de los acuíferos Castellano-manchegos

Los acuíferos en Castilla-La Mancha han jugado un papel importante en su historia, durante los años 50 y 60, la región manchega experimentó un fuerte éxodo de habitantes que emigraban de la zona rural a la ciudad. Los recursos hidrográficos tuvieron gran peso en la decisión de muchos españoles para quedarse en la región y seguir viviendo de la agricultura.


En la década de los 70 comenzó activación de Castilla-La Mancha, el campo empezó a industrializarse, aparecieron los polígonos industriales y las labores se revolucionaron con la llegada de tractores y maquinaria. Al margen de esto la verdadera revolución llegó con el aprovechamiento de las aguas subterráneas, comenzó la construcción masiva de pozos y la transformación del secano al regadío.


Castilla-La Mancha posee un importante número de aguas subterráneas, las más importantes son, el sistema acuífero nº18 de la Mancha Oriental (Albacete) y el sistema acuífero nº 23 de la Mancha Occidental (Ciudad Real), junto a ellos también podemos destacar el acuífero nº24 de Campo de Montiel. Será el Acuífero º23 el mayor de la región, y la mayor masa de agua subterránea de la Península Ibérica con una superficie de 5.000 Km2. Este lago subterráneo es el nacimiento del río Guadiana y el origen de los parques naturales de las Lagunas de Ruidera y Las Tablas de Daimiel.

Ojos del Guadiana. Digital de CLM


Según Acuadeima.es, página que analiza las políticas del agua en España, en los años 70 se hablaba de “lagos subterráneos inagotables”. En la década de los 80 se llegaron a contabilizar unos 20.000 pozos, entre tres y cuatro pozos por km2. A principios de década ya se hizo palpable la sobre explotación del acuífero, pues se extraían unos 620 Hm3 de agua anuales frente a los 320 Hm3 que recarga naturalmente el acuífero, si a esto se le suma el bajo nivel de precipitaciones de la llanura manchega, la situación se vuelve insostenible. En la década de los 90 la laguna subterránea comenzó a secarse, los pozos de las partes más periféricas del acuífero se secaron, llegando a bajar el nivel freático hasta 20 metros.


Existen distintos indicadores naturales que alertaron de la falta de agua del acuífero, los Ojos del Guadiana, son lagunas que se crean por la subida del agua del Acuífero 23, cuando el acuífero está sano, el agua llega a emerger a la superficie, del mismo modo se secan ante la falta de agua. Son estas lagunas las que dan nacimiento al río Guadiana y a las Tablas de Daimiel.


Será este parque natural el que haga de medidor del acuífero, ya a finales de los años 80 se llevó a cabo un acueducto procedente del Trasvase Tajo- Segura, procedente de Carrascosa del Campo (Cuenca), para evitar el secado de las Tablas.


Desde la década de los 90 hasta el 2000, se llevaron a cabo muchas propuestas para reducir la sobreexplotación de acuífero e intentar apaliar el daño causado. El problema fue conseguir una reconversión de la zona que en apenas 20 años había pasado del cultivo tradicional de secano al regadío. En 1992 se llevó a cabo el “Plan de Humedales” de la Comisión Económica Europea, esto consiguió reducir las extracciones ofreciendo unos 10 años de ayudas a los agricultores, solo frenó las extracciones teóricamente pues en muchos pueblos prosiguieron.


Acuademia. Fuente: IGME


Ya en 2008 se aprobó el Decreto Real del Alto Guadiana, con un presupuesto de 5.000 millones de euros tenía como objetivo la recuperación de las aguas subterráneas de la región, este plan se vio interrumpido por la crisis económica.


En 2009 se vivió una situación crítica, el Parque Natural de las Tablas de Daimiel comenzó a arder, ante el secado de estas la turba del subsuelo quedó al amparo del sol y comenzó a “autocombustionar”. Un incendio subterráneo que casi acaba con el paraje natural.


La situación prosiguió así hasta el 2010, época en la que las abundantes precipitaciones ayudaron a la recuperación del acuífero. Entre los años 2010 y 2015, el acuífero 23 de regeneró hasta a niveles de los años 60, lo que permitió la recuperación del parque de la Tablas y cesó el trasvase de aguas del Tajo.


Esta etapa de sequía ha servido para que el gobierno y los ciudadanos aprendan a conservar el agua subterránea, a la vez que a optimizar las técnicas de regado con el fin de ahorrar. Pero la historia del acuífero no acaba aquí.


Tras dos nuevos años de sequía los niveles están volviendo a bajar, el río Guadiana está volviendo a secarse, aunque por raro que parezca esto apenas está afectando al Acuífero 23, según declaraciones de Miguel Mejías, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), al Confidencial, la laguna subterránea es tan grande que aguanta bien la sequía, aunque ya se nota en el Guadiana, “llegó a llevar 1.500 litros por segundo en el Molino del Nuevo 2014. La última medición es de 47,33 litros por segundo cuando en marzo llevaba 228. Lo normal es que se seque en días o semanas".



Como vemos las alta temperatura del 2017 y la falta de precipitaciones está volviendo a afectar a las reservas de aguas Castellano-manchegas, ya sabemos de dónde venimos, por la cual debemos seguir un camino diferente y controlar la sobreexplotación de nuestros acuíferos.


Video: vuelven los ojos del Guadiana




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